No era una competición de saltos de esquí como esas tan célebres del Día de Reyes. Se trataba de la celebración de un evento anual organizado por DC, uno de los patrocinadores de Mads Østberg, en la estación de esquí de Trysil, una de las más espectaculares de Noruega.
Y allí se plantó el joven piloto noruego, dispuesto a batir un récord de salto de longitud, no sobre las plataformas de unos esquíes, sino al volante de su Ford Fiesta RS WRC. Y lo logró...
Con mucho público alrededor, un destello luminoso cruzó de pronto la noche noruega a toda velocidad, relumbrando sobre la nieve. Pero no se trataba de una estrella fugaz... Era el coche de Østberg, que, en su tercer intento, fue capaz de cubrir una distancia de 50 metros saltando por los aires, una marca que permite al noruego establecer un nuevo y pintoresco récord para escribir en los libros de su país.
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